Hace
unos años, cuando yo tenía 13 y pocas cosas claras, nuestro
profesor entró en clase y nos empezó a enumerar múltiples
problemas que afectaban al mundo, uno tras otro, con rapidez,
separados por comas que apenas se podían percibir.
Habló
de la crisis de España, de la injusticia, del crecimiento del paro,
del fracaso escolar, del acoso en las aulas, de las enfermedades sin
cura, de las muertes prematuras, del abandono de los ancianos, de la
marginación social, de las adicciones, de guerras, del olvido de los
Derechos Humanos, de violencia de todo tipo, de intolerancia, de
falta de amor.
Se
pasó cerca de una hora explicándonos las múltiples enfermedades de
nuestro planeta y sus habitantes, nosotros. Y, cuando ya la clase
estaba acabando y nuestro silencio se rompía, con un tono más dulce
y cercano nos contó una anécdota que a mí me hizo sonreír.
-Era
pequeño y era el día de mi cumpleaños. Un familiar me regaló una
tarjeta en la que se podía leer con letras grandes y llamativas: “El
mundo necesita inconformistas. ¿Te unes?” Aquella
tarjeta cambió mi vida, chicos, y ahora, yo quiero cambiar las
vuestras.
Pasad
buen fin de semana.
Y
aquella tarjeta, aunque no la recibiera yo, también cambió mi vida.
Este
mes cumpliré 17 años y, aunque apenas se perciba desde fuera, he
cambiado. Ya nada es como solía ser, aprendí a alzar la voz y todo
gracias a un mensaje tan sencillo y claro como el que mi profesor
quiso hacernos llegar aquel día. El mundo, es cierto, el mundo está
llenó de cabezas asintiendo y de miradas fijas en el suelo. El mundo
está a rebosar de sentimientos conformistas y bocas mudas. El mundo
lo que necesita son mentes críticas, corazones abiertos a soñar y
ambiciones. Y eso, eso sólo se consigue navegando en nuestras
profundidades, pellizcando nuestras frustraciones y haciéndolas
saltar con orgullo y ganas de convertirse en éxitos.
A
la vez que pena me dan miedo esos jóvenes que se resignan, esos
jóvenes que se cierran a lo distinto y tan sólo buscan repetir una
y otra vez las experiencias de sus familiares sin plantearse por qué
lo hacen o qué quieren hacer en realidad. Me da miedo que nos
inyecten en vena unas ideas predeterminadas con el mero interés de
ser reproducidas para no causar problemas. Me da miedo la gente que
no se plantea nunca nada y vive a ciegas teniendo como único guía
una mente cerrada en el fracaso. Y sí, me da terror que cometamos
los mismos errores que nuestros pasados por el mero hecho de no
pensar, de no creer que podemos lograr algo más.
No
es cuestión de llenar nuestras cabezas con ideas falsas o
imposibles. No es cuestión, en realidad, de creernos capaces de
todo. Es cuestión de conocer nuestros límites y romperlos.
Es
cuestión de plantarse frente a un espejo y no observar sólo nuestro
pelo, ojos o kilos de más, es cuestión de mirarnos por dentro y de
romper con prejuicios y negativas que harán de nuestra vida un plato
amargo y difícil de tragar.
Necesitamos
soñar para embellecer nuestras vidas, sólo en nuestros sueños
somos libres completamente y sólo nosotros somos capaces de
conseguir la libertad ansiada en nuestros sueños.
Cuando
mi profesor nos comentó aquello yo no tenía más que miedos y
palabras clavadas en el olvido por vergüenza a ser dichas. A día de
hoy no tengo miedo de alzar la voz, de buscar siempre el camino menos
transitado, de luchar por mi mayor sueño. A día de hoy soy
consciente de la necesidad del inconformismo en nuestras vidas y de
la importancia de que los jóvenes tengamos más inquietudes aparte
de las propias de la edad.
El
mundo necesita más inconformistas. ¿Te unes?
2 comentarios:
"No es cuestión de llenar nuestras cabezas con ideas falsas o imposibles. No es cuestión, en realidad, de creernos capaces de todo. Es cuestión de conocer nuestros límites y romperlos.
Es cuestión de plantarse frente a un espejo y no observar sólo nuestro pelo, ojos o kilos de más, es cuestión de mirarnos por dentro y de romper con prejuicios y negativas que harán de nuestra vida un plato amargo y difícil de tragar."
Me uno. Clarísima y absolutamente, me uno. Alcemos la voz y cambiemos el mundo.
Gracias, gracias por tu participación y ganas.
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